LO PSICOSOCIAL COMO EL ÚLTIMO ESCALÓN DEL BIENESTAR DENTRO DEL CONTEXTO LABORAL

El INE publicó los datos del índice de suicidios ocurridos durante el año 2021 y la cifra asciende hasta 4.003 fallecidos, alcanzando por primera vez una cifra superior a 4000 casos que significa que en España se quitan la vida una media de 11 personas al día. Evidentemente, para que exista este resultado es necesario que se sumen una serie de cuestiones que hagan que el individuo perciba un nivel de desesperanza tan alto que asuma que es el único camino posible para acabar con el sufrimiento.

Fremap (2022) realizó un estudio en el que se evidenciaba la problemática que supone el ámbito psicosocial dentro de las empresas. En los adultos menores de 35 años, las bajas por causa de salud mental han aumentado un 30.9% durante el periodo entre 2015 y 2021. De igual forma han aumentado para los otros rangos de edad: un 14,37% para aquellos entre 35 y 49 años y un 8,28% para los mayores de 49. Además de esta tendencia al alza, se evidenciaba también que las bajas por causas de salud mental tienen una duración media de 97.6 días, cuando la media de días de baja (contando todas las tipologías) se sitúa en 14 días.

Como ya sabemos, el trabajo y la salud -mental- tienen una relación interactiva en la que no pueden sostenerse uno sin otro: si no tengo salud no voy a poder trabajar, y si sucede algo que me genera malestar en mi trabajo no voy a poder tener salud. Es importante entender que el ser humano y “su salud mental” siempre se engloban dentro de un contexto con el que hay una interacción constante, y por eso el lugar de trabajo y el tratamiento que se ofrece en las empresas de este tipo de situaciones resulta importante para que el malestar no se cronifique y termine en patología grave.

En esta relación interactiva a veces el individuo puede perder el foco de las cosas que son importantes para mantener un nivel de salud adecuado, recordemos que la definición que acepta la OMS por salud indica que se trata de “un estado completo de bienestar y no únicamente la ausencia de enfermedad”. Así que nos referimos a esas cuestiones que nos permiten tener “un estado completo de bienestar”, que resulta muy complejo de alcanzar y que va más allá de la salud física.

En esta línea de lo imprescindible para mantener un “estado completo de bienestar”, Maslow propone la jerarquía de las necesidades humanas (1943), en la que establece una pirámide por la que explica que los seres humanos primero deben alcanzar las necesidades básicas para llegar a los deseos más elevados y de esa forma alcanzar la autorrealización personal en la que el humano se sentiría completo (estado completo de bienestar).

Este modelo teórico es muy útil para contextualizar como el trabajo puede influir en cada uno de los niveles a completar para alcanzar el bienestar. De esta forma, puede ejemplificarse de la siguiente manera la interacción existente entre trabajo y bienestar:

  • Necesidades fisiológicas: en este nivel encontramos las rutinas básicas de alimentación y sueño, aspectos que se pueden ver alterados en situaciones de estrés percibido. Puede ser que la persona entienda que tiene poco tiempo para comer, o que lo haga de manera rápida y con alimentos procesados más fáciles de obtener, y al llegar a casa y tratar de relajarse para dormir con normalidad, exista una activación corporal que impida el descanso.
  • Necesidades de protección y seguridad: no vivimos en un entorno en el que el peligro físico, la integridad del cuerpo, se vean constantemente amenazados gracias a todos los medios de protección que ya existen y se utilizan a diario, pero dentro de esta categoría entran también los recursos de los que dispone el individuo, como podría ser una vivienda segura. El trabajo proporciona el sustento económico que permite acceder a una situación donde se cubren las necesidades básicas, cuando este se desestabiliza, la percepción de seguridad y protección también.
  • Necesidades de amor y pertenencia: todos los seres humanos son seres sociales que necesitan del otro para evolucionar (afiliación), tanto en un sentido de aceptación social como en mantener relaciones afectivas plenas de pareja, familia y amigos. En ocasiones, una situación de malestar en el trabajo genera irritabilidad u otros síntomas en la persona y eso aleja a su entorno social, creando una mayor sensación de aislamiento.
  • Necesidades de valoración: donde se engloba tanto la valoración propia como externa, por lo que resulta evidente que el entorno laboral tiene un efecto importante en este escalón. En compañías donde el apoyo social entre compañeros no es adecuado o no se refuerza lo que hace la persona, es difícil que el trabajador otorgue valor a sus tareas.
  • Necesidades de autorrealización: en este último nivel Maslow contemplaba la necesidad más elevada de la pirámide, donde se encuentra un sentido a la vida y a lo que la persona hace. Es necesario que el resto de niveles se cumplan para alcanzar este, pero otra vez podemos atender al entorno laboral como un factor que interacciona con la persona. La actividad/tareas que realizamos en el trabajo ocupan gran parte de nuestro día a día, así que esta “autorrealización” pasa por darle sentido a las mismas y alinear estas con los valores personales.

En definitiva, acogiéndonos a la pirámide de necesidades básicas propuesta por Maslow como un ejemplo de como ordenar los aspectos esenciales para que el ser humano pueda alcanzar el “estado completo de bienestar”, podemos deducir de forma evidente que el trabajo juega un papel importante en cada uno de los niveles, pudiendo ser un factor de protección o un factor de riesgo en función de cómo se maneje por parte de la empresa.

¿QUÉ PUEDE HACER LA EMPRESA PARA QUE EL ENTORNO LABORAL SEA UN FACTOR DE PROTECCIÓN PARA LA SALUD DE SUS TRABAJADORES?

Desde las empresas es difícil atender a casos individuales, ya sabemos que lo psicosocial es un proceso mediado absolutamente subjetivo, pero sí se puede trabajar en crear un entorno que proteja al individuo y que proporcione niveles de bienestar y vinculación que ayuden a encajar mejor las problemáticas personales. Si la persona en su entorno privado tiene dificultades, el trabajo puede ser un punto de anclaje para no crear rutinas aún más destructivas.

Hay diversas iniciativas que se pueden llevar a cabo, vamos a recoger a continuación una serie de buenas prácticas siguiendo el esquema de necesidades básicas propuesto por Maslow, yendo de lo más esencial a lo más complejo y teniendo en cuenta que habría que adaptarlo a la realidad diaria de cada compañía:

  • Desde la empresa, se pueden crear culturas saludables donde las necesidades fisiológicas básicas puedan cumplirse sin complicación. Por ejemplo:
    • Creando rutinas de alimentación saludable, ya no solo a nivel nutricional sino también de tiempo, disponer de un margen suficiente para alimentarse sin presión por tener que volver al puesto de trabajo y utilizándolo como mecanismo de descanso dentro de la jornada.
    • Asegurando la desconexión de los trabajadores en su entorno personal, limitando el horario de trabajo y utilizando herramientas de comunicación adecuadas.  
    • Detectando situaciones donde la carga de trabajo pueda sobrepasar a la persona para tener un correcto dimensionamiento.
  • En cuanto a los recursos que generan seguridad y protección, desde la empresa hay que atender situaciones que puedan generar desestabilidad: sueldo insuficiente, trabajadores temporales, trabajos a turnos, sustituciones, etc. Dentro de la complejidad de cada situación, es esencial que la empresa sea lo más transparente posible para evitar especulaciones y situaciones de incertidumbre que desestabilicen todavía más el bienestar del individuo.
    • Explicar qué intención se tiene en cada puesto: estabilidad del empleo, posibilidad de promocionar, cambio de contrato.
    • Habilitar canales de comunicación que permitan atender dudas relacionadas con situaciones de incertidumbre laboral.
  • En cuanto a las necesidades de afiliación, es esencial atender a la conciliación familiar y generar un entorno de apoyo entre compañeros. Una persona que cuente con una buena red de soporte, tanto dentro como fuera del puesto de trabajo, podrá atender y gestionar mejor el malestar emocional.
    • Proporcionar ajustes de jornada cuando sea posible, ya sea a nivel de horario o de teletrabajo, atendiendo a cada caso en particular.
    • Creando cohesión de grupo entre los trabajadores, proporcionando espacios para el desahogo como descansos dentro de la jornada, actividades de equipo, etc.
  • Para la valoración, desde la empresa se puede actuar proporcionando feedback que refuerce los aspectos a destacar del trabajador. La valoración interna es un aspecto más subjetivo que depende de la historia de aprendizaje de cada uno, pero sin lugar a dudas, cuando existe una valoración externa reforzante, se genera un efecto a nivel interno.
    • Valoraciones anuales del desempeño del trabajador que destaquen aspectos concretos del trabajo realizado.
    • Refuerzo verbal por parte de los superiores cuando proceda (estilo de liderazgo adecuado).
  • Por último, en cuanto a la autorrealización, como se ha mencionado anteriormente es un aspecto que aparece como consecuencia del cumplimiento del resto de niveles y de dar sentido a lo que se hace, por lo que el trabajador deberá encontrarse cómodo y alineado respecto a sus valores personales con lo que hace dentro de la empresa.
    • Compartir los valores de la compañía con la plantilla para que puedan sentirse identificados con el contexto global.
    • Lanzar mensajes que contemplen todo el tejido productivo de la compañía, tratando de transmitir el sentido de las tareas que se hacen con el resultado final del producto/servicio.

En definitiva, según datos publicados por la Confederación de Salud Mental de España, un 9% de la población está afectada por algún tipo de problema de salud mental y entre el 11 y el 27% de dichos problemas se pueden atribuir a condiciones de trabajo (Costes socio-económicos de los riesgos psicosociales, Secretaría de Salud Laboral y Medio ambiente UGT-CEC, 2013). Por lo tanto, estamos ante un problema global que afecta a toda la población y que implica directamente a las empresas.

A veces, situamos en el centro del malestar a la voluntad de la persona entendiendo que cada individuo debe gestionarlo de forma aislada para que no exista un efecto negativo, pero perdemos de vista que el contexto que le rodea es sumamente importante e interacciona de forma constante. En el ámbito laboral, es tarea de la empresa generar un contexto protector para que sus trabajadores tiendan a un “estado completo de bienestar”.

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