WORK IS NOT YOUR DAYCARE
¡Al trabajo se viene a trabajar! ¡No calientes la silla! ¡A mi no me interesa tu vida personal!
Estas afirmaciones, entre otras, podemos escucharlas de forma mucho más frecuente de lo que pensamos en un gran número de organizaciones. La concepción del trabajo como algo estanco que únicamente tiene lugar en el puesto de trabajo y que solo resulta afectado por elementos relacionados con el puesto de trabajo es algo que venimos arrastrando desde hace mucho tiempo, como si aquello de «compartimentar» resultase tan sencillo.
Muchos individuos a día de hoy acuden a consultas de psicología clínica con la demanda de «gestionar mejor» un mal ambiente de trabajo (sea cual sea el motivo), con la percepción de que los individuos enfermos son ellos, sin llegar siquiera a pensar que encontrarse en un contexto patológico es lo que les hace enfermar. Cada día más, muchas empresas están tratando de poner el foco en la importancia de la gestión de los riesgos de carácter psicosocial, pero parece que todavía nos queda un largo camino que recorrer cuando el error de base sigue siendo que el «trabajo se queda en el trabajo».
La Organización Mundial de la Salud definió, como hemos visto tantas veces, el concepto de salud como «un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad», contemplando ya un componente social determinante que tiene lugar de forma transversal en todas las áreas donde se desarrolla el individuo. En la LPRL, regulada en la Ley 31/1995, se contempla que el empresario deberá «garantizar la seguridad y salud» de sus trabajadores (art. 14), incluyendo entonces dentro de dicho deber todos los aspectos entendidos y aceptados dentro del concepto de «salud».
La salud y el trabajo mantienen entre sí una relación interactiva, donde cada una bebe de la otra y generan afiliaciones entre diferentes áreas. Si la salud no existe, el trabajo no se puede desarrollar, y si el trabajo pone trabas, la salud no se sostiene.
En el cartel a continuación, podemos observar una clara negligencia por parte de una empresa a la hora de cuidar el bienestar de sus empleados a nivel «físico, mental y social».
Traducción:
ATENCIÓN EMPLEADOS DE XXX
El trabajo no está hecho para ser divertido.
Este es tu trabajo, no dediques tiempo de trabajo a discutir temas no relacionados con el trabajo.
No favorezcas relaciones personales en horas de trabajo, intercambies números de teléfono y/o os relacionéis una vez el trabajo se ha completado.
Acudid a mi XXX si veis que un compañero está teniendo conversaciones no relacionadas con el trabajo durante su jornada.
El trabajo no es tu guardería.
Pretender que un empleado no se relacione con sus compañeros durante la jornada laboral, no solo atenta directamente contra el concepto definido como salud, sino que dinamita la formación de un ambiente de trabajo que genere y sobre todo proteja el bienestar del individuo. Presumiblemente, los trabajadores de la organización en la que se colgó este cartel se encuentren en una situación que podría encajar dentro de la vulnerabilidad psicológica, entendida como aquellas características que se desarrollan en una situación determinada que influyen sobre las capacidades del individuo de anticipar, resistir y recuperar frente una amenaza (Wisner, Blaikie, Cannon y Davis; 2004).
El método de evaluación FPSICO, diseñado para evaluar los riesgos psicosociales de una organización por parte del INSST, contempla como posibles factores de riesgo psicosocial los siguientes: tiempo de trabajo, autonomía, carga de trabajo, demandas psicológicas, variedad/contenido, participación/supervisión, interés por el trabajador/compensación, desempeño de rol y relaciones y apoyo social.
Este último factor (RAS), evidentemente en situación de riesgo en la organización en la que se cuelga el cartel, se define en la NTP 926 del INSST como un factor moderador del estrés en el que contar con apoyo instrumental o de otras personas del entorno de trabajo, influye sobre la calidad y adecuación de las tareas realizadas, tanto en un sentido protector como de riesgo. Una parte importante de la gestión de emociones tiene relación con la expresividad que se da en las relaciones sociales significativas, dentro de un entorno laboral es natural que surjan conflictos que puedan generar estrés, y un buen mecanismo para rebajarlo es poder descargar tensión con los compañeros. A veces, quejarse de un comentario de un superior o de la tarea impuesta a mala gana, ayuda a rebajar la percepción de estrés favoreciendo que el malestar pase y no se enquiste evitando así situaciones que puedan derivar en daños psicológicos patológicos.
Al final, cuando hablamos de la parte psicosocial, la clave se encuentra en gestionar la balanza de capacidades y exigencias de cada individuo, estableciendo un equilibrio entre cumplir con las tareas y desarrollar puntos de anclaje saludables para el trabajador. Como organización, el deber del empresario establecido en la LPRL, consiste en favorecer la creación y desarrollo de factores protectores y sobre todo, al contrario de la empresa del cartel… ¡no dinamitarlos!